Igualdad de género
Esto viene a propósito de leer en el blog de Pedro la noticia de la nueva campeona mundial de ajedrez. Me quedé con la imagen de Xu en la cabeza y decidí hablar de la igualdad de género. Nunca voy a entender algunas contradicciones del ser humano, incluyendo algunas propias. Aunque no precisamente en este punto; aquí estoy clarísima, lo mismo que respecto a Dios. Todos los campeonatos mundiales de cualquier deporte están clasificados por sexo. Menciónenlo, y así es: tenis, natación, gimnasia olímpica, equitación, descenso en esquí, tenemos el ejemplo del ajedrez. Todos los juegos, todo el divertimento, "olímpico o no", a niveles competitivos, están sesgados por género. Incluso, dentro de cada categoría de sexo, se trata de poner en un mismo idioma las evaluaciones de los diferentes aspectos, pero la asignación de puntaje por sexo es diferente. Y por ponerle una nota simpática al asunto no puedo imaginarme a nuestro querido Félix Sánchez haciendo saltitos "Grand Iete" y que, encima, se le tome en cuenta la "gracia" o el "estilo" con que los hizo.
Entonces, lo tengo claro. Siempre he comprendido las diferencias de género y rol. Pero al mismo tiempo, me topo con el tropel de personas (sobre todo féminas amigas) que luego quiere igualar al hombre y a la mujer en todos los planos: social, profesional, etc. Yo, Laura, estoy segura de que el hombre y la mujer son diferentes: tienen estructuras físicas, emocionales y necesidades diferentes; agreguemos cerebros con diferencias en sus tamaños que nada tienen que ver respecto a qué género es más inteligente...(por amor de Dios, he conocido tantos hombres-topos como mujeres-caco-hueco); el caso es que hombre y mujer tienen naturalezas diferentes, PUNTO. Y para darme a entender aún más claramente, también comprendo que ello no es limitativo en cuanto al potencial humano. Todos podemos hacer lo que nos propongamos y tenemos las herramientas al nacer para llegar a donde queramos. Nos apodera o nos coarta el condicionamiento.
Sin embargo, no hay nada de equitativo (desde mi humilde punto de vista) en igualar los sexos. Los varones, desde que nacen, desean competir, destacarse, empujar, ser jefes y proveedores, desean subirse al árbol y, si se rompen una pierna, no importa mucho si duele, lo que importa es desde que altura se tiraron. Por otro lado, todas las hembras quieren proteger, amar, arropar, abrazar, desean ser protegidas y amadas, nacen fijándose en los detalles, teniendo el sexto sentido para las personas y las situaciones; y si se caen de un árbol, les molesta que todos les hayan visto los panties. Hay un pudor innato en la mujer y un deseo de poder innato en el hombre, por decir una cosa cualquiera. Hay una perspectiva de fondo en la mujer; hay un deseo de ser lider en el hombre.
Llámenme anticuada. Llámenme ordinaria. Pero aunque siempre he sentido la famosa "envidia del pene", a la cual le puse nombre en mi adolescencia luego de leer un par de cosas y enterarme de que sí, lo que yo sentía tiene nombre; me agrada también saber que es muy femenino sentirla y tengo el placer supremo de pertenecer de lleno al género con el que nací. Tengo el orgullo de haber amado, abrazado, besado, protegido, acurrucado; desde que tengo uso de razón a todo lo que pude amar, abrazar, besar, proteger, acurrucar. He llorado cada vez que me ha placido, por largo tiempo y a cántaro roto. He tenido la dicha, la oportunidad, la bendición, de ver nacer de mis entrañas dos hermosos representantes del género masculino, que es la cualidad más atrayente y exclusiva de la mujer.
Y aquí me detengo y vuelvo a pensar en las féminas que desean y han logrado usurpar el rol del esposo, novio, pareja; en sus respectivas relaciones. Cómo vienen y se me quejan de las "porquerías de hombres que les han tocado", de la "suerte que he tenido de que mi esposo sea tan maravilloso"; otras dicen que no saben cómo una persona puede cambiar tanto si su pareja no es el mismo de quienes se enamoraron porque cuando eran novios eran más caballerosos y solícitos. Aquí me detengo y pienso en que sí, qué maravilla de esposo tengo, que es tan hombre. Qué bendición. Y recuerdo que el patrón de mi casa me destinaba otra suerte; pero también recuerdo que siempre he sido de las personas que aprenden de sus errores y que mi cabeza siempre ha estado al lado de mi corazón, amando a quien me ama, nunca imaginándome el amor y poniendo las cosas en perspectiva.
Una conclusión personal es que hogares estables, de padre y madre con roles definidos, tienen hijos con roles definidos y estables. Hombre poquito tuvo padre poquito y madre poderosa. Roles invertidos en su formación. Mujer machorra tuvo ausencia paterna o madre rompebrazo. He analizado cada caso y veo el patrón repetido. Veo tanta homosexualidad celebrada que al mismo tiempo sufre y se muere por dentro aunque por fuera parezca orgullosa de no tener género.
Así que no tengo ni idea del ajedrez, pero me gusta que sea un deporte sesgado, como es la vida.
Entonces, lo tengo claro. Siempre he comprendido las diferencias de género y rol. Pero al mismo tiempo, me topo con el tropel de personas (sobre todo féminas amigas) que luego quiere igualar al hombre y a la mujer en todos los planos: social, profesional, etc. Yo, Laura, estoy segura de que el hombre y la mujer son diferentes: tienen estructuras físicas, emocionales y necesidades diferentes; agreguemos cerebros con diferencias en sus tamaños que nada tienen que ver respecto a qué género es más inteligente...(por amor de Dios, he conocido tantos hombres-topos como mujeres-caco-hueco); el caso es que hombre y mujer tienen naturalezas diferentes, PUNTO. Y para darme a entender aún más claramente, también comprendo que ello no es limitativo en cuanto al potencial humano. Todos podemos hacer lo que nos propongamos y tenemos las herramientas al nacer para llegar a donde queramos. Nos apodera o nos coarta el condicionamiento.
Sin embargo, no hay nada de equitativo (desde mi humilde punto de vista) en igualar los sexos. Los varones, desde que nacen, desean competir, destacarse, empujar, ser jefes y proveedores, desean subirse al árbol y, si se rompen una pierna, no importa mucho si duele, lo que importa es desde que altura se tiraron. Por otro lado, todas las hembras quieren proteger, amar, arropar, abrazar, desean ser protegidas y amadas, nacen fijándose en los detalles, teniendo el sexto sentido para las personas y las situaciones; y si se caen de un árbol, les molesta que todos les hayan visto los panties. Hay un pudor innato en la mujer y un deseo de poder innato en el hombre, por decir una cosa cualquiera. Hay una perspectiva de fondo en la mujer; hay un deseo de ser lider en el hombre.
Llámenme anticuada. Llámenme ordinaria. Pero aunque siempre he sentido la famosa "envidia del pene", a la cual le puse nombre en mi adolescencia luego de leer un par de cosas y enterarme de que sí, lo que yo sentía tiene nombre; me agrada también saber que es muy femenino sentirla y tengo el placer supremo de pertenecer de lleno al género con el que nací. Tengo el orgullo de haber amado, abrazado, besado, protegido, acurrucado; desde que tengo uso de razón a todo lo que pude amar, abrazar, besar, proteger, acurrucar. He llorado cada vez que me ha placido, por largo tiempo y a cántaro roto. He tenido la dicha, la oportunidad, la bendición, de ver nacer de mis entrañas dos hermosos representantes del género masculino, que es la cualidad más atrayente y exclusiva de la mujer.
Y aquí me detengo y vuelvo a pensar en las féminas que desean y han logrado usurpar el rol del esposo, novio, pareja; en sus respectivas relaciones. Cómo vienen y se me quejan de las "porquerías de hombres que les han tocado", de la "suerte que he tenido de que mi esposo sea tan maravilloso"; otras dicen que no saben cómo una persona puede cambiar tanto si su pareja no es el mismo de quienes se enamoraron porque cuando eran novios eran más caballerosos y solícitos. Aquí me detengo y pienso en que sí, qué maravilla de esposo tengo, que es tan hombre. Qué bendición. Y recuerdo que el patrón de mi casa me destinaba otra suerte; pero también recuerdo que siempre he sido de las personas que aprenden de sus errores y que mi cabeza siempre ha estado al lado de mi corazón, amando a quien me ama, nunca imaginándome el amor y poniendo las cosas en perspectiva.
Una conclusión personal es que hogares estables, de padre y madre con roles definidos, tienen hijos con roles definidos y estables. Hombre poquito tuvo padre poquito y madre poderosa. Roles invertidos en su formación. Mujer machorra tuvo ausencia paterna o madre rompebrazo. He analizado cada caso y veo el patrón repetido. Veo tanta homosexualidad celebrada que al mismo tiempo sufre y se muere por dentro aunque por fuera parezca orgullosa de no tener género.
Así que no tengo ni idea del ajedrez, pero me gusta que sea un deporte sesgado, como es la vida.