2/28/2007

Lo que escribió Yuan Eu

no me puedo esperar a que lo lean, aunque admito que peco de imprudente. El ya me dijo que lo va a publicar en el blog pero creo que se le puede olvidar y que todos deben de leerlo, ¡ya!. Cuánta impaciencia me embarga. Eso también me pasa cuando converso. Y contrario a lo que debe ser, si me agrada la opinión de mi interlocutor, tiendo a ser aún más imprudente, egoísta e impaciente. Como si entrara en un hoyo negro hacia el cual me siento irremediablemente atraída pero del que no logro salir, no paro de ametrallar mi punto de vista. Mientras mayor sea la atracción hacia la opinión de un tercero, se incrementan mis ganas de quedarme con el micrófono. Dicen que con la edad, crecen los defectos. Espero tener la voluntad de cambiar porque, honestamente, siempre termino por darme cuenta y no suelo perdonarme.

Pues así les cuento que, al fin, Yuan Eu se ha decidido a escribirnos una de sus memorias en voz alta, que, al menos yo, tanto respeto y espero; sobre todo si traen consigo alguna partitura. Y, aunque sé que desean pasar directamente a leer el asunto; juro que queriendo controlarme, no lo logro; añadiré muchas cosas antes, como que cada vez que Yuan Eu habla de música, sé que su punto de vista me va a gustar. Sé que hay una sustancia que voy a digerir gustosa, algo que voy a aprender puesto que va a lanzarme un comentario de un aspecto que no me he percatado de los sujetos u objetos que ya han despertado mi interés. De hecho, fue el primer interlocutor que me presentara mi hermano y compadre Pedro con el que conecté sin esfuerzo. Tengo no tantos eventos, situaciones, paisajes, imaginerías, libros, olores, sonidos, viajes, establecimientos, sensaciones, estaturas (de ésto hablamos luego), ojos y colores guardados adentro. Ahí están ustedes y ahí también está mi primera conversación con Yuan. Eso que la memoria no me funciona del todo y la recuerdo con tanto detalle que me provoca vértigo. Por supuesto, yo no podía parar de hablar aunque deseara escucharlo con vehemencia. Por supuesto, trataba de música y empezó por la diferenciación entre la oriental y la occidental, pasando por el surgimiento de la polifonía y terminando en Orff. Por supuesto, él, como de inmediato me acostumbré a saber que es, habló de manera concisa y no demasiado. Por supuesto, como él sabe hacer, soltó su opinión cual si fuera un caldo de pollo o un perfume: concentrada, con cuerpo y olor, con los ingredientes precisos para tejer varias cátedras alrededor. Yo ametralleé sin piedad y con redundancia y llegó un momento en que me quedé dando vueltas acerca de lo que él ya había dicho porque no me lo pude sacar de la cabeza. Fué lo que nunca antes pensé pero lo que le hacía justicia al tema. Me quedé como si todo estuviera dicho y yo balbuceara incoherencias. También recuerdo que durante la misma conversación Mario me corrigió un comentario, lo cual dió pie para engrosar el placer de nuestra ¿conversación? que duró toda la noche. Acertadamente, con cita al pie de la letra y todo (o quizá deba decir recital incluido) y cabe aclarar que en lengua muerta; porque Mario también es exquisito y tiene una de esas memorias y presencias prodigio que me producen una irremediable envidia, al igual que la modulación de su voz.

Quiero recordar, porque me provocó rápidamente, la vez en que me reencontré con Pedrito en la Galería de Arte que quedaba en la Lope de Vega y que nos deleitábamos al ver las obras de Sacha Tebó. En medio de Sacha Tebó. Con Sacha Tebó. Ese pequeño y magnífico evento, que luego se repitió de manera diferente en una colectiva, derivó en la amistad con algunos de ustedes pero, sobre todo, derivó en la hermandad que tenemos él y yo, donde a él le toca saber que nuestro fortuito y afortunado encuentro, conversación y posterior cena, con los dos Alejandros al margen, me oxigenó entonces y ha tenido secuelas oxigenantes.

Recordando por recordar y decirle a Cisco lo que me viene como una trompada a la memoria, una noche en que fuimos a dejarle algo en un hospital donde hacía el internado en Gazcue, Miguel Angel Alfonseca y yo, y era una de esas noches donde hay tanta arritmia en las emergencias que es posible que un médico comparta con unos amigos como si estuviera de bonche y que esa fue la primera vez que tuve la libertad de aplaudirle en la cara "De qué se ríe la luna". Tantas veces en que la vida me ha encontrado con él, a quien conocí primero por Antonia, y después de Mike, por Alejandro y por Angie; adquiriendo desde cada ángulo mayor apreciación.

Otra cosa que recuerdo perfectamente son los movimientos corporales del Maestro Caonex con su violín, es más, yo no lo reconozco sin su violín y en las ocasiones en que lo he visto sin él, como si yo tuviera un dejavú, me creo que lo lleva consigo. En cada oportunidad privilegiada que estuve frente a su música, fuí mejor persona. También recuerdo fragmentos de deleites privados hasta las lágrimas porque me tomara en más de una vez desprevenida con alguna pieza que me es demasiado. Recuerdo varias escenas cargadas de un acento personal, como si él pudiera personificar en su objeto instrumental un dialecto exclusivo suyo que, de alguna manera insólita, yo me creo comprender. Varias presentaciones del Maestro en la iglesia que quedaba en el Auditorio del Huacal, donde glorificaba a Dios. Verlo haciendo duo con Patricia Logroño. Cada uno en sus muy diferentes cuerdas. ¿Será cierta una escena con Michael Camilo? Por favor, no me crean porque tiendo a confundir algunas cosas y de ésto sólo tengo un fragmento de idea, no un recuerdo real. Y ya sea porque soy muy impresionable y no sé absolutamente nada o porque él es un verdadero músico (tuve que cambiar el calificativo para que no se ofenda, antes escribí genio) y nunca había visto tanto talento desplegarse frente a mí; el Maestro se ha ganado este tácito respeto que me hace considerarlo una persona mayor al que hay que hay que tratar de usted, a pesar de que sé que es tan joven.

Recuerdo que Victoria Kluge (E.P.D.) acababa de regresar a Cineacción luego de su larga convalescencia por una fractura al tirarse de un paracaídas y estrallarse contra una valla. Era la reunión inicial para una filmación y me presentó a Ernesto quien me iba a ayudar con varios aspectos de dirección porque Máximo estaba fuera del país. Recuerdo tanto el evento de la presentación dado que ella, que nunca estuvo quieta en toda su vida, ese día estaba muy tranquila sentada detrás de su escritorio, despachando lentamente dunas de papeles y llevábamos varios minutos contándonos relatos de aire y vuelo. Luego de terminar el asunto que nos ocupaba, Ernesto me preguntó por el libro que yo llevaba bajo del brazo. Yo leía entonces a Mann y él a Cortázar y nos hablamos hasta por los codos de los avances de esas lecturas. Y no pudimos dejar la conversación hasta que se terminaron la filmación y la posterior edición, un mes más tarde. Cada vez que tuve que ir a la productora, la retomábamos donde la habíamos dejado como si no hubiera pasado ya una semana o varios días. Las demás filmaciones y ediciones de los comerciales que se sucedieron trajeron nuevas conversaciones. Y recuerdo que, en los momentos en que nos quedábamos en silencio, la única incomodidad entre nosotros era Victoria, quien se la pasaba constantemente queriendo celestinar nuestra transparencia amistosa, pero que entre Ernesto y yo no había incomodidad ni desaciertos. Con ese calor humano tan característico de él, se me ha quedado para siempre como alguien tan querido.

Recuerdo la primera vez que Miguel Angel me presentó a Angie, que vino en un paquete de gente linda junto con Boris y Alex y que terminamos los cinco sentados de noche en la hierba de la esquina de ese negocio que hoy tiene otra cara y quiere decir que es otra cosa, como si con eso pudiera cambiar la realidad de que sigue siendo de Boris, Alex y Angie. Y que hicimos "click" hablándonos como viejos conocidos a pesar de que sé que me estuvieron escudriñando por el cigarrillo, las trenzas y los pantalones campana. Pero que el "click" fue casi instantáneo, con el entusiasmo vibrante de la juventud y las hormonas revoloteando alrededor de tanta risa. Nunca antes de esa noche había conocido a una Angie que me gustara, por eso me la quedé. Ella llevaba el pelo tan largo, tan negro y traia también unos maravillosos chistes con variopintos acentos extranjeros que me es imposible no pensar en esa noche, cada vez que estoy a una cuadra de la Lope de Vega, ni olvidarme de la pegajosa alegría de esos tres.

Tenemos pendiente jugar Cranium. Tenemos pendiente una junta nueva. Tenemos pendiente hablar de los Oscars porque a la mitad de la entrega me dormí y no sé nada. QUIERO VER "BABEL" y "APOCALYPTO" PERO CON USTEDES!!!!!!!!!!!

Sin más, (por Dios, Laura Yosiam, deja ya de hablar) les doy el copy paste del primer comentario gourmet de Yuan Eu en el 2007, que va lento, lento; ocupado, ocupado:

"Mis estimados,

Anexo abajo la invitación al Festival Musical de Santo Domingo 2007, este año en su 6ta. edición y 10mo. aniversario. Más informaciones sobre este magno evento y otros futuros eventos de la música clásica pueden ser encontradas en el portal de la Fundación Orquesta Sinfónica Nacional (Sinfonía) http://sinfonia.org.do/.

Recuerdo perfectamente hace ya cerca de 10 años que el Maestro Entremont dirigió magistralmente la 7ma. Sinfonía de Beethoven para clausurar la 1ra. edición del Festival en el año 1997. Habiendo conocido esa obra desde mi temprana adolescencia mediante grabaciones, escuchar esa obra por primera vez en vivo permanence como una experiencia inolvidable para mí. Pero esa no es la única, varias otras noches de este Festival también permanecen indelebles en mi memoria. En esa misma 1ra. edición: la 5ta. Sinfonía de Tchaikovsky. De la 2da. edición en el 1999: la Fantasía para un Gentil Hombre del español Joaquín Rodrigo interpretado por los Romeros; el grupo de metal Canadian Brass dedicando su actuación a una legendaria figura que falleció el día anterior: el gran violinista y embajador de buena voluntad Yehudi Menuhin (http://en.wikipedia.org/wiki/Yehudi_Menuhin); la clausura de la 2da. edición del 1999 con la gran Sinfonía Fantástica de Berlioz. En la 3ra. edición del 2001: la presentación de la histórica película El Acorazado de Potenkim de Einsenstein, con acompañamiento en vivo de música de Shostakovich; el grupo de percuciones francés Les percussions de Strasbourg; Michael Camilo, con su característica energía, interpretando al piano uno de los conciertos de Ravel. De la edición IV del 2003: la intervención del afamado flautista James Galway; la presentación singular de la canadiense Natalie Choquette (la “Diva”); el gran violinista ruso Maxim Vengorov interpretando a la Sinfonía Española de Lalo, y luego regalándole al público una soberbia interpretación de una pieza de Bach; la noche de clausura con el Concierto para Piano y Orquesta No. 21 de Mozart y la 9na. Sinfonía de Beethoven. En la edición pasada del 2005: la noche del Concierto de Aranjuez para Guitarra y Orquesta, y de la Suite Carmen.

El programa de este año tiene una interesante y variada combinación de obras de diversas épocas y orígenes, entre ellas obras maestras modernas del siglo XX, piezas importantes del romanticismo, obras contemporáneas y estrenos, y una noche dedicada a Mozart, en comemoración de su 250 aniversario de nacimiento, celebrado en el año pasado. Es un hecho significativo que ésta sea la primera vez que el Festival no finaliza con una obra del extenso, apreciado y tan aceptado repertorio del período romántico. Lo mismo sucederá con la primera obra a ser interpretada en esta edición. En ambos casos son piezas del siglo XX, aparentemente en un tendencia consciente del Maestro Entremont y de Sinfonía de introducir al público cada vez más el repertorio moderno de la música clásica del siglo XX. Personalmente entiendo que esto es algo acertado y loable, por cuanto la apreciación y aceptación plena del estilo y pensamiento musical del siglo XX, la parte moderna de la música clásica, llegará cuando el público entre en contacto frecuente con ellos a través de la audición de sus obras.

El Festival va a finalizar esta vez tributando homenaje al gran compositor ruso (de la época soviética) Dimitri Shostakovich (http://es.wikipedia.org/wiki/Shostakovich), cuyo centenario de nacimiento fue también celebrado en el 2006, no con la resonancia y toda la publicidad de los 250 aniversario de Mozart, pero aún así significativo dada la estatura de Shostakovich entre los creadores musicales del siglo XX. La obra escogida, su Sinfonía No. 5 (http://en.wikipedia.org/wiki/Symphony_No._5_(Shostakovich)), es una de sus obras maestras más apreciadas. Hace unos 3 o 4 años la escuché por primera vez en mi vida (en vivo o a través de grabación), teniendo la dicha de presenciar al maestro Alvaro Manzano dirigir a la Orquesta Sinfónica Nacional en una memorable interpretación. Esa noche de clausura deberá ser esplédida, por cuanto también presentará el magnífico 4to. Concierto para Piano y Orquesta de Beethoven, con el maestro Entremont en una doble labor de director y solista.

Otra obra maestra del siglo XX, El Pájaro de Fuego del también ruso Igor Stravinsky, se combina en una misma noche con el Concierto para Violín y Orquesta de Beethoven. El violinista Rachlin repite como solista en el Festival, ya que estuvo anteriormente en el año 2001.

La noche de la apertura contará con un destacado pianista, André Watts, que también repetirá en el Festival ya que participó en la edición inaugural de 1997. Interpretará esta vez el 2do. Concierto para Piano y Orquesta de Johannes Brahms. Al igual que el 4to. Concierto de Beethoven, ésta no es una obra con el destello melódico y toda la emoción romántica que pueden ser encontrados en los otros grandes conciertos románticos (el 1ro. de Tchaikovsky, el de Grieg, el 2do. de Liszt, el 3ro. y sobre todo el 2do. de Rachmaninoff). Sin embargo, ambas poseen esa típica intelectualidad y dignidad de la gran tradición musical alemana. La obra de Brahms tiene esa característica riqueza de textura de su autor. Personalmente me encantan sus primeros 2 movimientos, sobre todo el enérgico y trepidante 2do. El melodioso 1er. movimiento del concierto de Beethoven es un ejemplo de la maestría del gigante genio para desarrollar notas sobre temas simples. Algunos consideran éste como su mejor concierto para piano y orquesta, por encima de su majestuoso 5to. Concierto “Emperador”, lo cual es bastante decir.

Las otras noches presentan igualmente programas atractivas. La noche de Mozart incluirá a su última sinfonía, la no. 41 “Júpiter”. Los amantes de la voz humana, el instrumento musical más perfecto según Mozart, disfrutarán una noche de melodías del repertorio operático romántico. La noche con la dirección de José Antonio Molina combinará obras variadas que, pienso, van a concitar mucho interés del público asistente, a parte de la atracción del destacado trompetista y pianista (más ligado al género del Jazz) Arturo Sandoval.

A los que ya gustan de asistir a eventos musicales sinfónicos, tienen una cita que no deben faltar, y a los que no, les exhorto a que se atrevan a asistir y experimentar algo nuevo - eso que es parte de lo que denomino entrar en contacto, palpar y experimentar en vivo, con una parte de lo mejor que ha producido la humanidad.

Abrazos,

Bye – Yuan"