Efecto Dominó
Cuando Inglaterra devolvió Hong Kong recientemente a la China, empezó la verdadera revolución económica en este vigoroso pero evidentemente pobre pais. Recuerdo haber leido un artículo que publicara el mismo Paul Krugman un poco antes de que este hecho aconteciera acerca de cómo China gobernaba el mundo gracias a su hegemonía sobre el mercado de los granos. Para entonces, la crisis asiática arrojó su efecto dominó sobre todos los paises del mundo y de la misma manera, el mercado de granos del cono Sur se reactivó dándole cierta participación al de los Estados Unidos, quienes cabe informar sólo tienen una moneda fuerte -más debido a su política opresora para con los paises de tercer mundo puesto que su participación en la producción mundial es muy baja y, por lo general, ellos mismos la devoran-.
Desde que soy madre, veo películas por pedazos. El otro día ví un trozo de una película que verdaderamente me conmovió. Me parece que era francesa y trataba acerca de la despedida junto con sus amigos de un enfermo terminal. El decía que había caido en el escalón más bajo del ridículo cuando conoció a una muchacha preciosa en China y para acercarse a ella le habló de la maravilla que le parecía el que ella hubiera sido testigo de la Revolución Cultural. Ella le respondió, con lágrimas en los ojos que se la había pasado lejos de su familia alimentando cerdos en una granja en lo que cualquier país del mundo llamaría ¨trabajos forzados¨. Esta partecita del diálogo me atrajo lo suficiente como para encontrarme con mis propios sentimientos encontrados acerca de la China y su historia puesto que yo soy parte de las personas del mundo a quien el culto hacia Mao y su propaganda de equidad han mantenido por un lado hechizadas por todo lo que representa: cierto estándar de decencia en el mundo capitalista e imperialista en que vivimos pero que por otro lado han demolido debido a los horrores que, igual a toda tiranía, se suscitan.
Hoy en día, y gracias a su árduo trabajo, la República del Pueblo de China se siente reafirmada, con buen pulso, asustando al gran tirano de los Estados Unidos que todavía utiliza métodos arcáicos al pretender poner como requisito para la firma del tratado de ¨Libre¨ comercio el prohibirnos a nosotros la República Dominicana que mantengamos contactos comerciales con la República de China. A ver si nuestra agenda de integración se afila y terminamos por darnos cuenta de qué representa este ¨pequeñísimo¨ acápite del tratado.
Desde que soy madre, veo películas por pedazos. El otro día ví un trozo de una película que verdaderamente me conmovió. Me parece que era francesa y trataba acerca de la despedida junto con sus amigos de un enfermo terminal. El decía que había caido en el escalón más bajo del ridículo cuando conoció a una muchacha preciosa en China y para acercarse a ella le habló de la maravilla que le parecía el que ella hubiera sido testigo de la Revolución Cultural. Ella le respondió, con lágrimas en los ojos que se la había pasado lejos de su familia alimentando cerdos en una granja en lo que cualquier país del mundo llamaría ¨trabajos forzados¨. Esta partecita del diálogo me atrajo lo suficiente como para encontrarme con mis propios sentimientos encontrados acerca de la China y su historia puesto que yo soy parte de las personas del mundo a quien el culto hacia Mao y su propaganda de equidad han mantenido por un lado hechizadas por todo lo que representa: cierto estándar de decencia en el mundo capitalista e imperialista en que vivimos pero que por otro lado han demolido debido a los horrores que, igual a toda tiranía, se suscitan.
Hoy en día, y gracias a su árduo trabajo, la República del Pueblo de China se siente reafirmada, con buen pulso, asustando al gran tirano de los Estados Unidos que todavía utiliza métodos arcáicos al pretender poner como requisito para la firma del tratado de ¨Libre¨ comercio el prohibirnos a nosotros la República Dominicana que mantengamos contactos comerciales con la República de China. A ver si nuestra agenda de integración se afila y terminamos por darnos cuenta de qué representa este ¨pequeñísimo¨ acápite del tratado.