10/22/2007

El más olvidado de los factores de resistencia a la integración: la educación

Nosotros, Latinoamérica con nuestras economías en busca de emerger hemos fracasado reiterativamente no sólo por el "efecto locomotora" o por la mala selección de políticas macroeconómicas sinó -y sobre todo- por la displicencia de unos gobiernos incapaces de educar decentemente a esta gran nación. Pareciera inminente que estemos llamados a la subasta pública. Siempre el factor educativo ha sido postergado hasta los últimos renglones de nuestros presupuestos de administración estatal. De más está añadir que los niveles de analfabetismo se hacen insostenibles en nuestra región. Y me permito hablar de educación justo cuando todos nos preocupamos prioritariamente por los niveles de comercialización entre países y la reducción de aranceles; debido a que es éste el fundamento de nuestro mal concenso. Donde el ingreso per cápita no logra cubrir las necesidades básicas de un individuo cualquiera y éste "debe" entonces pensar en que su descendencia "debe" abandonar la educación básica que él no puede patrocinar, o cuyo costo de oportunidad sería la no subsistencia familiar; donde los gobiernos latinoamericanos y caribeños otorgan cargos públicos a cambio de favores o deudas de gratitud, como en sorteo; ahí está el factor de mayor resistencia a la integración internacional de nuestra región. Conviene aplaudir la labor de nuestras ONGs que han venido desarrollando una gestión en beneficio del crédito educativo como instrumento de financiación de la educación superior en toda América Latina. Cerca del 30% de la población estudiantil universitaria, o sea, cerca de 2 millones de hombres y mujeres de toda la región, estudian actualmente con crédito educativo sin contar los varios millones que han logrado completar con el crédito sus carreras profesionales durante las últimas tres décadas. El crédito educativo así, se levanta firme como un elemento de fundamental contribución al proceso de democratización de la enseñanza superior en el subcontinente al ofrecer oportunidades de capacitación a jóvenes y adultos de limitada capacidad económica pero de talento comprobado. Aunque habría que gestionar un nuevo propósito dentro de esas ONGs y es el financiamiento de educación básica (tema que dejaremos para otro debate). La enseñanza que transmite esta actividad de financiación es socialmente fructífera y aleccionadora. El estudiante de escasos recursos que hoy percibe el beneficio del crédito estudiantil se compromete a devolver mañana esos recursos, cuando es ya un profesional, para que sean otorgados a otro joven que, como él, tampoco puede por sus propios medios prepararse, generando así, una pedagogía de compromiso y solidaridad social que a su vez permite la movilidad de los diferentes estratos del concierto global, consolidando la democracia y garantizando el progreso colectivo. El Crédito Educativo además, tiene en la actualidad una vigencia y connotación doblemente importante. Por un lado, los procesos de ajustes macroeconómicos que han experimentado nuestros países en los últimos años han reducido los niveles de ingresos reales de las familias y limitado severamente la capacidad del Estado para invertir más en educación. Por otro lado, es cada vez más creciente y generalizado el consenso sobre la necesidad de poner al hombre y la mujer debidamente capacitados en el centro de las transformaciones económicas y sociales que demandan nuestras sociedades a través de la incorporación del progreso técnico a la productividad, estimulando con ello el crecimiento vía una mayor competitividad, que permita elevar el nivel de vida de la población y favoreciendo así una más eficaz inserción internacional de nuestros paises. Es por esto que todas nuestras instituciones de crédito educativo en América Latina deben ser fortalecidas dotándolas de importantes aportes de capital que permitan una mayor y más amplia cobertura de sus servicios financieros, pero además, éstas deben jugar un nuevo y más eficiente papel tanto en la diversificación y racionalización de sus tradicionales financiamientos, como serían la incorporación de préstamos institucionales que contribuyan a mejorar la calidad y pertinencia de la educación, como a establecer prioridades en la asignación de los recursos escasos de que se disponen, privilegiando aquellas disciplinas de carácter científico y tecnológico que mayor impacto tengan en el proceso de transformación productiva de nuestros paises frente a los nuevos retos del tercer milenio. En esta última década del presente siglo, ni las instituciones de crédito educativo ni las universidades y escuelas técnicas de América Latina pueden continuar financiando o impartiendo una educación que no se corresponda con los cambios dramáticos que se están sucediendo en el mundo de hoy. Se requiere evaluar permanentemente y con métodos modernos los cambios en la demanda del mercado laboral y a la vez de los nuevos patrones del comercio mundial. Se requiere saber hacia dónde va nuestra actividad crediticia y formativa. América Latina demanda de un crédito educativo más eficiente, selectivo, orientado y dirigido hacia una nueva dinámica social. Frente a los bloques de integración mundial, a Latinoamérica le corresponde buscar su propio esquema, realizar su tarea en la definición de una integración que parta de sus realidades nacionales y regionales. Ser capaz de potenciar sus mejores riquezas y minimizar o superar sus grandes deficiencias y debilidades. Debemos hacer conciencia de que disponemos de extraordinarios recursos naturales aún no explotados, lo cual nos garantiza cierta estabilidad en el marco internacional pero estamos vacíos de un producto premium local. Existe una alta y moderna dotación de ciencia y tecnología y un gran acervo de conocimientos -aunque mal distribuidos y peor aprovechados entre nuestros paises porque también se exporta al servicio de mejores postores, empleadores de moneda dura-, y lo más importante de todo es que contamos con una población cuya estructura demográfica es eminentemente joven. Todas estas condiciones nos hacen proclives a impulsar nuestro propio modelo de integración latinoamericana. ¿Y qué mejor forma para materializarlo que mediante el intercambio y mejor distribución del conocimiento? Aunque el mecanismo parte del uso del crédito educativo interno y el intercambio compensado, su viabilidad depende en gran medida de la posibilidad de obtener un apoyo de los organismos internacionales de financiamiento para constituir un "Fondo de Garantías" que asegure su eficacia. Desafortunadamente, los Organismos y Agencias Internacionales de financiamiento todavía no han adecuado sus políticas crediticias al financiamiento de la integración y los intentos de las ONG en favor del crédito educativo frente a algunos de ellos, se encuentran con la existencia de esquemas muy rígidos de financiamiento, exclusivamente dedicados a países en forma individual, que no favorecen instituciones regionales a menos que cuente con el respaldo oficial de varios países a la vez. Y en este punto estamos todavía, esperando.

Publicado en el Foro de Integración para una Agenda
12 de enero 1999